¿Don Juan, El Amante Latino..?

El mes de febrero caracteriza prominentemente el Día de San Valentín, el cual es todo sobre el amor, un insondable sentimiento a menudo retratado por Cupido, un alado niño con un arco y flechas.

De acuerdo a un cuento popular, un mítico noble de Sevilla, España, entregaba la siguiente tarjeta de presentación a las mujeres: “Yo soy Don Juan Tenorio, el amante más notorio de todo este vasto territorio”. Para examinar si este aristócrata podría representar el amor junto al regordete niño Cupido recurrimos a los franceses y españoles debido a su reputación como intensos conocedores de amor.

Georges Gendarme de Bévotte dice: “Don Juan no tiene otra meta en la vida que amar. Amar es su vocación. El reduce todas sus acciones y pensamientos al amor… Don Juan busca la felicidad en el amor, que es un fin común a todos los seres masculinos… El Don Juanismo es esa forma de amor que solamente se alimenta de cambio… El Don Juanismo es tan profundamente humano y tan extendido dado que el amor después de todo es la ley fundamental de la vida … El Don Juaniasmo es un instinto innato, primitivamente normal … El Don Juanismo es inherente a la naturaleza humana: los antiguos sabían tanto como los modernos, y las civilizaciones no europeas no lo ignoran en absoluto”.

Otro francés, Michel Foucault, en su monumental “Historia de la sexualidad”, por el contrario, describe el prestigio de Don Juan como “el gran violador de las reglas del matrimonio – ladrón de esposas, seductor de vírgenes, la vergüenza de las familias, como un insulto a los esposos y padres”, por ende, una perversión y degeneración del amor.

Para añadir a la controversia, el filósofo español José Ortega y Gasset proclama Don Juan como un héroe. Ortega dice: “Declaro que no conozco otro rasgo más certero para distinguir un hombre moral de un hombre frívolo, que el ser capaz de o no de dar su vida por algo. Ese esfuerzo, en que el hombre se toma a sí mismo, en peso, todo entero, y se apresta a lanzar su existencia allende la muerte, es lo que de un hombre hace un héroe. Esta vida que hace entrega de sí misma, que se supera y vence a sí misma, es el sacrificio incompatible con el egoísmo… El hombre animoso está dispuesto a dar su vida por algo. Mas ¿porqué algo? ¡Paradójica naturaleza la nuestra! El hombre está dispuesto a derramar su vida precisamente por algo que sea capaz de llenarla. Esto es lo que llamamos el Ideal… La fama anónima más certera que esos autores han concentrado simbólicamente en Don Juan es el misterioso don de enamorar a la mujer, que, en variadas dosis, se halla repartido por todos los varones”.

Francisco Agustín interpreta su compatriota. Agustín dice: “Para Ortega, Don Juan es un hombre moral [un héroe] por el mero hecho de que la muerte le ronda constantemente… Don Juan se halla presto, en todo momento, a jugar su vida.”  Agustín añade: “Pero he aquí que el hombre lleva en sí una presta docilidad al instinto. Si se tiene en cuenta que en el fondo de todo hombre radica lo que Torres del Hoyo ha llamado con acierto el ‘orgullo de enamorar’, es fácil prever que la serie de donjuanes, desposeídos en mayor o menor cantidad de sus cualidades primarias, es interminable y, por tanto, su reflejo artístico en la literatura. Pero a su vez, el ‘orgullo de enamorar’ no implica, forzosamente, una degeneración donjuanesca del instinto. Puede darse, como en Don Quijote, el ‘orgullo de enamorar’ a una sola mujer. Como dice Kierkegaard, ‘no reside el arte en seducir una muchacha, sino en encontrar una digna de ser seducida'”.

Agustín prosigue diciendo: “Paul Bourget divide a los hombres en tres clases: los ‘excluidos’, los que no serán amados jamás; los ‘temporarios’, que, debido a circunstancias especiales, han amado cierto tiempo; y los ‘Amantes’ – así, con mayúscula -, a los que lo han sido, son y serán.

Los dos primeros grupos están claramente diferenciados. En efecto: hay un buen número de ‘excluidos’, esto es, de hombres que por timidez, ególatra y excesivo análisis del ‘yo’, o por misoginia intelectual, parecen condenados a un desconocimiento casi absoluto de lo que sean el amor y sus placeres. Asimismo existe otro grupo de hombres que amaron más o menos intensamente, pero concluyeron frustrados para un perdurable amor… Queda el tercer grupo: el de los ‘Amantes’, el de los que hacen del amor objeto constante de su vida, el del hombre de mujeres. ¿En cuál grupo se reclutará el Don Juan futuro? Al pronto parece no cabe duda alguna: en el tercero”.

La ultima pregunta: ¿Serían todas estas opiniones suficientes para convencer a una fémina a ir a una cita por el Día de San Valentín con el propio Don Juan Tenorio?

Acerca del autor: Miguel Balbuena es un escritor en los campos académico, científico, periodístico y literario (en los géneros de ficción y no ficción).

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