Racismo: sigue vivo en el siglo XXI
por Maria Cabeza
“Mi historia comienza mientras vivía en los Estados Unidos. En uno de nuestros paseos, una vez me encontré con una mujer negra en el muelle. Ella estaba pescando. Yo estaba paseando a mi perro, Indio. Se dice que los perros labradores son sabios e intuitivos; Debo admitir que yo también creo eso.
“Indio casi corrió hacia esa mujer y cuando la alcanza, comienza a lamerla y besarla furiosamente. Cuando llegué a ellos, encontré a la dama mirando el agua, con la caña de pescar en la mano, los ojos cansados, secos pero fuertes.
La saludé y, sin dudarlo, la abracé. Su nombre era Clarice y tembló ante mi toque.
“Este temblor de su cuerpo me asustó, y pude sentir una inmensa mezcla de emociones que corrían por su cuerpo, traspasando su alma, su espíritu y sus pensamientos más íntimos. Ella me dijo: “Sabía que Dios enviaría un ángel un día. ¡Oh Señor! ¡Gracias, gracias por dejarme ver esta hermosa sonrisa!
“Estaba desconcertada y asustada. De repente, comencé a sentir su dolor dentro de mí y comencé a sollozar y no pude evitarlo ni dejar de llorar.
“Indio estaba callado ahora; Testigo de un milagro. Una bendición para Clarice, parecía … porque, según supe, era la primera vez en sus noventa años o mas que una mujer negra había sido abrazada por una mujer blanca como yo.
“Me di cuenta, por supuesto, que en este momento cuando la sostuve sentí una iluminación íntima; una iluminación cuando supe que yo era la que estaba siendo bendecida. Y así, escribí este poema en honor a Clarice, una mujer cuyo angustia pareció terminar el día que nos abrazamos”.
Dama de chocolate
(en honor a Clarice)
Nunca confiar en un hombre
Quien besa con los ojos bien abiertos.
El amor es ciego, es un sentimiento de los sentidos.
Vive y muere, una y otra vez
Una vez conocí a una dama
Puedo decir que su historia es de verdadero dolor
ella estaba vestida de chocolate
sus zapatos estaban hechos de azúcar morena
pero sus ojos eran rojo fresa
Pregunté lo obvio
ella acaba de decir que la dejó por ninguna razón
Su chocolate se derritió, su azúcar se convirtió en hielo amargo
Pero sus ojos seguían siendo rojo fresa
El llanto era su sombra, su nueva amiga
Hablamos durante un tiempo
Le conté mis historias pero ella solo suspiró
Por fin, ella comenzó a llorar, cayeron pequeños cubitos de hielo
Ya era hora de ir
Le di mi corazón medio roto
Derechos de autor 2016 Maria Cabeza