Ingratitud “Felisa”

Un Momento de Reflexión

por Lilia M. Fiallo

Quien lo creyera que la experiencia adquirida a través de tantos años, el trabajo, los sufrimientos, las angustias, el descuido en la salud y el correr del tiempo que parecía detenerse, se olvide y en un minuto se arroje todo a la basura, solo por hacerle caso a la mente.

Todos queremos ejecutar el trabajo a la maravilla, cumpliendo un horario, buscando una estabilidad y así, percibir un salario que nos llenará de satisfacción al resolver nuestros anhelos. Nos trazamos metas para lograr los objetivos planeados, quizá, ahorramos con dedicación para comprar un auto, terminar una carrera o comprar una vivienda, dándole así vida a nuestros sueños.

Y mientras corren los días que se convierten en meses, los años llegan con grandes resultados. Por fin se cristalizó la compra de la casa y la felicidad embarga a todos en la familia. Amoblarla es lo que se desea y paso a paso se logrará.

Quizá Felisa, lo único que deseaba era comprar una vivienda y el día llegó. Creía que al alcanzar ese sueño ya estaba resuelto todo y no fue así. Enseguida nació otra ilusión, porque los seres humanos nunca estamos conformes con lo que tenemos, queremos más y más.

Habló sobre algo nuevo que estaba tejiendo en su cabeza; montar un negocio o una empresa –dijo su esposo-; algo que diera una estabilidad económica aceptable y avanzaron en el proyecto. Más pronto de lo que esperaron, el banco otorgó el préstamo y establecieron una empresa sólida, responsable y seria.

Cuanta satisfacción alberga el corazón al consolidar uno y otro sueño importante en la vida de las personas. La compañía planeada tiempo atrás fue otro logro; el servicio y la atención al público siempre óptimos. Otra sucursal al otro extremo de la ciudad pronto llegó. Y así transcurre la vida de muchas personas.

Grandes satisfacciones por los logros a través de los años compartiendo en familia, da tranquilidad. Poder comprar la ropa que se quiere, comer lo que desee, viajar y conocer otras culturas o tal vez, comprar el carro del año, pareciera que estamos realizados, satisfechos, tranquilos y en paz.

De pronto sentados disfrutando una taza de café, jugando cartas con las amigas o compartiendo con personas cercanas tantas experiencias, se cree en la gente, en los seres queridos que están alrededor y pensamos que nos quieren de verdad.

La vida laboral requiere de una dedicación permanente pero eso no interrumpe la entrega incondicional de nosotros a la familia y el amor que le prodigamos sin reparo, por lo que no nos deja ver la realidad. No siempre, todos los que nos rodean nos miran con la mente abierta y limpia. Cuánta envidia y avaricia se teje sin darnos cuenta. Sin generalizar, creemos por siempre que tal como nos damos a los demás, ellos se dan a nosotros, pero NO, ¡estamos equivocados!

Como una lección por aprender, el pasado huracán Irma que azotó a la Florida, dejó al descubierto muchas tristezas en el corazón de quien menos lo imaginaba. La abuela Felisa, viuda, de noventa años, sumida en la más profunda depresión, tuvo que pasar esos difíciles días en casa de unos amigos, al cuidado de su empleada, sin ningún miembro de su familia, pues todos con anticipación hicieron reserva en un hotel de cinco estrellas, lejos de ahí y de ella.

La actitud de la familia con ella siempre es distante, le demuestran que su presencia no es grata, la visitan de vez en cuando y por unos cuantos minutos y si por algún evento la invitan, es por alguna ocasión especial.

¿Por qué? – Porque ella creyó que los seres queridos que estaban a su alrededor la querían de verdad y lo que realmente querían era sus propiedades, fruto de tantos años de trabajo. Se dejó llevar por la mente que la traicionó, y en vida, les dio su dinero y escrituró las propiedades a un hijo y a uno de sus nietos, cometiendo un error irreparable; en un minuto, firmó y entregó la paz y la tranquilidad de sus últimos años. Aparte de haberles dado, estudio, comodidades y una vida placentera, les dio el bienestar que tanto se necesita al final de la vida.

Como una lección por aprender, en vida no se hereda a nadie. En privado se hace un testamento para ser abierto después de que la persona fallezca.

Lilia M. Fiallo nacida en Bogotá, Colombia, lugar en el que, entre tareas y ratos libres, encontró un espacio para escribir sobre temas, de alguna manera olvidados por otros. Con letras de oro grabadas en su memoria, inició su vida laboral, en el corazón de la parte técnica, del control de tránsito aéreo de su país natal. En medio de fraseología y códigos aeronáuticos, el mundo de la aviación le dio una de las más elevadas experiencias, por la precisión que requiere este oficio, donde un solo error, podría costar muchas vidas. Es ahí, donde en su inquietud por comunicar sus ideas, comienza a escribir con dedicación, temas un poco relegados por la sociedad, la Iglesia y el Estado. Al descubrir una verdad de la que nadie quiere hablar, pero mucho más real y cotidiana, de lo que parece. Es así, como surge esta, su primera obra, “Parir por parir”. Puedes encontrar su libro en www.laovejitabooks.com/autora-lilia-m-fiallo/