Batir mientras el Hierro está en Rojo

por Rob English

¿Será cierto que los rusos misiles balísticos intercontinentales con cabeza nuclear de Vladimir Putin no pueden lanzarse porque después de años de mantenimiento deficiente los misiles balísticos intercontinentales están oxidados en sus silos? Solo los servicios de inteligencia del mundo pueden responder eso con cierto grado de certeza, pero el resto de nosotros decimos y rezamos, “¡Que se oxiden!” porque un intercambio masivo de misiles nucleares entre países probablemente resultaría en la extinción de la raza humana. Varios países tienen unos cientos de estos misiles, pero Estados Unidos y Rusia tienen unos cinco mil cada uno.

Para bien, las reservas de ambos países se han reducido desde sus picos de treinta y cuarenta mil misiles de las últimas décadas, pero las cifras siguen siendo peligrosamente altas. Y es cierto que bandadas de gansos, errores informáticos, y otras anomalías han engañado a los sistemas de radar de alerta temprana que luego han alertado falsamente a los comandantes Rusos o Estadounidenses de un ataque nuclear enemigo. Hasta ahora los comandantes han reaccionado profesionalmente y no se han lanzado en represalias equivocadas. Esta buena suerte podría agotarse; recuerde que los rusos perdieron el control de su planta de energía nuclear en Chernobyl. Sin embargo, aunque el peligro de los misiles nucleares ha sido grande, la gente en general ha permanecido en silencio sobre la necesidad de reducir el número de tales reservas. Yo creo que el silencio surge porque el ser humano evita enfrentarse a temas que son horribles de considerar.

Pero tal vez Vladimir Putin haya despertado al público mundial sobre la necesidad de una reducción de armas estratégicas y una mayor diplomacia hacia acuerdos de seguridad que limiten el uso de armas nucleares. Debido a que Putin ha iniciado una guerra terrestre contra Ucrania, el mundo entero se ve obligado a enfrentar la posibilidad de un holocausto nuclear en toda la Tierra. Supongamos que Putin preferirá vivir y disfrutar de sus vastas riquezas en lugar de comenzar un intercambio nuclear que sería suicida para él.

Si resuelve su guerra por medios no nucleares, reconozcamos que todos hemos escapado de un grave peligro esta primavera, y mientras el hierro está en rojo en nuestros corazones, exijamos el fin de la locura de las reservas nucleares en nuestra Tierra.

Rob English es miembro de People for Animal Rights, organización de base en Central New York.

Comuníquese con People for Animal Rights
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Fotos de mar-ciudad-amanecer y explosión-en-la-playa por Tom Fisk y por Pixabay

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