Salas de Consumo Supervisado
Salas de Consumo Supervisado: el Próximo paso en la Reducción de Daño
Por Maximilian Eyle
¿Por qué el EE.UU ignora una de las estrategias más efectivas contra la crisis de opiáceos?
En los años noventa, programas del intercambio de jeringuillas (PIJ) se empezaron a ser una estrategia de reducción de daño muy controversial. La práctica de proveer personas que inyectan drogas con jeringuillas esterilizadas se desarrolló originalmente en Netherlands en el 1983, y eventualmente otros países se la incorporaron para combatir la transmisión de VIH y otras infecciones. Por muchos años, PIJs encontraron oposición fuerte en los EE.UU por grupos que dijeron que la práctica posibilitó el consumo de drogas, aunque las investigaciones mostraron que era una falacia. La práctica significativamente reduce la transmisión de enfermedad e infección que pasa por el uso compartido de jeringuillas. Hoy, su eficaz como una práctica de reducción de daño ha sido confirmada aunque muchas barreras legales todavía previenen su aplicación en muchos estados Americanos. Estamos mirando la repetición de historia otra vez con el tema de salas de consumo supervisado (SCS).
Una sala de consumo supervisada es un ambiente limpio y seguro donde consumidores de drogas pueden inyectarles bajo de la supervisión de personal clínico. Mientras enfrentamos problemas de salud pública en los EE.UU, muchas veces olvidamos que otros países ya han enfrentado los mismos problemas y en muchos casos han desarrollado estrategias efectivas para superarlos. En repuesta al epidémico del abuso opiáceo en Europa, el concepto de SCS se desarrolló para facilitar el consumo higiénico de drogas con menos riesgo, y para reducir la tasa de sobredosis fatal y la transmisión de VIH, hepatitis, y otras infecciones. Este servicio también se pone los consumidores de drogas en contacto con servicios sociales, centros de tratamiento de drogas, y servicios de salud mental mientras reduciendo el consumo público de drogas y la eliminación insegura de jeringuillas.
La sobredosis opiácea ahora es la causa principal de fallecimiento para personas con menos que 50 años en los EE.UU, con un total de 64,000 fallecimientos en nuestro país en el 2016. El CDC informa que hay un medio de 115 fallecimientos accidentales de sobredosis cada día en los EE.UU. El año pasado, 91 personas se murieron por sobredosis opiáceo en el condado de Onondaga. ¿Cuantos fallecimientos innecesarios van a pasar para que los EE.UU se una a Canadá, Europa, y Australia con la policía pragmática y efectiva de salud pública que es SCS?
Las SCS varían en los detalles de su operación, pero la mayoría sigue un formato similar: los consumidores pueden inyectarse bajo la supervisión clínica con equipo esterilizado. Después de la inyección, entran en un cuarto “post-inyección” para recibir terapia, tratamiento para cualquier herida o infección que tienen, y otros servicios. Cuidado paliativo también está disponible (comida, duchas, ropas, y el lavado de ropas), y enfermeras registradas, empleados entrenados, y consejeros de adicción están disponible. Si pasa una emergencia, la presencia de personal entrenado y una facilidad buena equipada previene en que esta se convierta en una fatalidad.
Aunque las primeras SCS abrieron en Europa central hace más que 30 años, la práctica sigue enfrentando resistencia fuerte en los EE.UU hoy – a pesar de evidencia aplastante que demuestra su eficaz. Ahora, hay casi 100 SCS en Canadá, Australia, y Europa. Ni una existe en los EE.UU, pero algunas ciudades están empezando a considerar la idea. El “Crisis Opiáceo” en nuestro país se ha convertido en un problema nacional, pero nuestro interés en estrategias nuevas de reducción de daño todavía no está. En su artículo, “¿Cuánta evidencia es suficiente?”, la Profesora Lisa Maher refiere a la cantidad enorme de investigaciones evaluados de sus pares que demuestran que la presencia de SCS reduce los fallecimientos por sobredosis, previene el uso compartido de jeringuillas y la eliminación insegura de jeringuillas, crece participación en programas de tratamiento, y no causa una aumentación en crimen ni en el consumo de drogas. Además, las comunidades con SCS las aceptan porque ven los efectos positivos de su presencia. Con ésta información enfrente de nosotros, parece impensable que las SCS sigue enfrentando una resistencia fuerte en los EE.UU.
Continuar amenazando a gente que se inyectan drogas con arresto, solamente agregamos elementos nuevos de peligro y dificultad a sus vidas. La Heroína ha sido ilegal desde la adopción del Acto Harrison en el 1914 y todavía sigue siendo una crisis significante de salud pública más de un siglo después. Eso es más evidencia de que necesitamos una nueva estrategia para este campo de nuestra política de drogas. Salas de consumo supervisadas mantienen la gente con adicciones afuera del sistema de justicia criminal y les permiten a recibir un trato más humano por poniendo un énfasis en su salud y bienestar.
Maximilian Eyle es originario de Syracuse, NY y graduado de Hobart y William Smith Colleges. Trabaja como consultor de medios y escribe cada mes sobre una variedad de temas para periódicos en Español en todo el estado de Nueva York. Maximilian ama la cultura hispana y aprendió Español mientras vivió en España, donde estudió y trabajó como profesor de Inglés. Él puede ser contactado en maxeyle@gmail.com.