Para Aquellos que hemos perdido
La Muerte es una verdad inevitable que la mayoría de las personas se sienten incómodas con respeto. Entendemos que llegará pero aun sabiendo que llegara no parecemos estar preparados cuando llega. Para responder a la pregunta de por qué esto es lo que estoy escribiendo y no acerca de ciertos acontecimientos que han afectado a nuestro pueblo? La razón es que uno de mis primos ha muerto. La única manera que sé cómo sufrir su perdida es a través de mi escritura, por lo tanto, pido disculpas por mi decisión egoísta de los que leen mi columna.
Como todos lloramos por la pérdida de cualquier miembro de la familia no puedo dejar de pensar que, si bien el cuerpo físico de la persona todavía no puede estar aquí, pero los recuerdos siguen allí, el impacto que tiene en nuestras vidas, las risas, los llantos, los nombres de los mismos siguen vivos en nuestros corazones y en los que los conocieron. Recuerdo hace años, cuando yo estaba en la escuela secundaria, innumerables noches donde él y yo solíamos hablar por horas (técnicamente, sería simplemente escuchar más que hablar) acerca de nuestra historia, los años de la dictadura de Trujillo y su ansia de poder y la mujer, el hombre que él admiraba, El Che Guevara por su tenacidad y que el estaba dispuesto a morir por una causa, la Revolución Cubana y lo que representaba en el momento. Al mirar atrás, ahora entiendo que él se convirtió en una razón de por qué yo estaba tan invertido en el aprendizaje acerca de nuestra historia, me cautivó por esas cifras, pero más de su conocimiento de esas cifras. Así como un lobo, va a los extremos para capturar la luna, en eso me convertí. Un lobo que se atascaba en su escritorio mirando y buscando nuestra historia, y la de otros, así mas de escuchar pudiera también hablar.
Finalmente, no fue hasta la universidad que pude tener esa conversación con él. Los mejores momentos fueron definitivamente en el Dominó. Me marcara como esas noches en mi mente y que parecían como el cielo nocturno, interminables. La mesa de Dominó fue siempre para mí una puerta de entrada para probarme a mí mismo contra mi primos mayores. Siendo el séptimo más joven de por lo menos 20 primos y socialmente tímido el dominó es donde yo mostraba mi relevancia. No sólo jugábamos el juego regular de domino también jugamos un juego que Los Dominicanos lo llamar Pin Tin Tin (el origen del nombre, no tengo ni idea) pero es donde básicamente cada vez que una persona que no va, ha esa persona tendría que pagar un dólar al el que no te hizo no ir. En cualquier juego que haya dinero y bebidas no tendrá fin, por lo que esas noches llevo ya que al final de cada partido, siempre el señalaba lo que yo o cualquier persona debería haber hecho para ganar. Las cosas que me enseñó me ha hecho ser quien soy hoy y le enseñaré mis hijos y sus hijos.
Se les hará saber por los recuerdos que hemos hecho, mi querido primo. Tu familia siempre te recordaremos como el más fuerte, más orgulloso, y defensor de la familia, yo no te olvido y ni mis futuros niños; te inmortalizaremos y siempre vivirás en nuestros corazones. Nunca es un adiós sino un hasta la próxima vez. Nuevamente pido mil disculpas a mis lectores por mi egoísmo, no olvidemos nunca a los que hemos perdido. Que Descansen en paz.