Tarbajo y Juego Humano
La mayor parte de los paleontólogos concuerdan que la moderna especie humana, el tipo restante de Homo sapiens, ha existido por alrededor de 200,000 años. Fue el zoólogo sueco Carl Linnaeus (1707-1778) quien elaboró la nomenclatura binomial o de dos palabras Homo sapiens en su revolucionario “Systema Naturae” (10.a edición), un tomo taxonómico publicado 10 años antes de su muerte.
Traducido del latín, Homo sapiens significa literalmente humano sabio, lo cual, obviamente, hace hincapié en la inteligencia y conocimiento que Linneo le atribuyó a la humanidad. Pero, a lo largo de los años, el científico sueco ha tenido competencia en el departamento de nombramiento pues otras personas decidieron proponer nombres alternativos de dos partes para la humanidad. Una revisión superficial de la literatura revela que hay al menos 55 de estas alternativas, con cada una de ellas subrayando una diferente característica humana. Permítanme examinar aquí sólo seis de ellas. En orden alfabético, son Homo economicus (humano económico), Homo eroticus (humano erótico), Homo faber (humano hacedor), Homo festivus (humano festivo), Homo laborans (humano labrador) y Homo ludens (humano juguetón).
El homo económico es grande en modelos de teoría de juegos asumiendo que los hombres y las mujeres toman todas sus decisiones basadas en la racionalidad perfecta. Esto no encaja perfectamente con la teoría psicológica del proceso dual, la cual propone que un fenómeno puede ocurrir como resultado de dos procesos diferentes. Un principal defensor de esta última teoría, el neurocientífico de Harvard, Josh Greene, dice que en el cerebro hay dos redes o subsistemas en competencia. El primero es el subsistema consciente, cognitivo, o de evaluación, y; el otro, el subsistema inconsciente, conectados a respuestas racionales y emocionales, respectivamente.
A continuación, los guionistas italianos Piero Chiara y Marco Vicario popularizaron el término Homo eroticus en 1971 cuando su película con el mismo nombre fue estrenada para el público en general, el cual estuvo encantado por esto, a juzgar por el volumen de venta de entradas. La trama de esta comedia pícara consiste en un triplemente dotado macho siciliano supercargado, Michele Cannaritta (representado por el inolvidable Lando Buzzanca), llegando al continente y causando estragos entre los miembros del sexo opuesto, solteras o no.
Más seriamente, el filósofo alemán Theodor Litt (1880-1962), en su libro “Pensar y ser”, desarrolló su concepto de Homo laborans, el cual 10 años más adelante fue cambiado a Animal laborans, una ligera distinción semántica, por su compatriota, la politóloga Hannah Arendt (1906-1975). Ella distingue trabajo – que ella asocia con Homo faber – de labor – que ella asocia con Animal laborans. Para ella, el trabajo es una condición superior a la labor. Esta última pertenece al reino de la presencia de la necesidad; el primero trasciende este reino, perteneciendo al reino de la libertad de la necesidad. En su publicación “La Condición Humana”, ella escribió: “Desde el punto de vista de Homo faber, quien depende enteramente de las primordiales herramientas de sus manos, el hombre es, tal como dijera Benjamin Franklin, un ‘fabricante de herramientas’. Los mismos instrumentos, que sólo alivian la carga y mecanizan la labor de Animal laborans, son diseñados e inventados por Homo faber para la erección de un mundo de cosas, y su aptitud y precisión son dictadas por metas tan ‘objetivas’ como las que él puede querer inventar en vez que por necesidades y deseos subjetivos. Herramientas e instrumentos son objetos tan intensamente mundanos que podemos clasificar enteras civilizaciones usándolos como criterios”.
Después, el ensayista francés Philippe Muray (1945-2006) acuñó el descriptor Homo festivus, para el ser humano que concibe la atmósfera societaria como la de una fiesta permanente, contraria a la acción desafiante y pensamiento crítico. “La fiesta no está más en la oposición, o en contradicción, con la vida cotidiana; se convierte en la vida cotidiana misma, la entera vida cotidiana y nada más que la vida cotidiana”, Muray dijo en su libro “El Imperio del Bien”.
Por último, el historiador holandés Johan Huizinga (1872-1945) redactó su tomo “Homo ludens: Un estudio del elemento de juego en la cultura”. Huizinga dijo que en el marco de Homo ludens, a diferencia del de Homo festivus, el juego o entretenimiento difiere de la vida ordinaria tanto en su ubicación geográfica como en su duración. El escribió en su anteriormente mencionado libro que el juego es “una actividad voluntaria u ocupación realizada dentro de un cierto, predeterminado marco de tiempo y en un cierto espacio, de acuerdo a reglas libremente aceptadas, incondicionalmente obligatorias; es un propósito en sí mismo, acompañado por los sentimientos de tensión y alegría, y por la conciencia de la diferencia con la vida ordinaria.”
Acerca del autor: Miguel Balbuena es un escritor en los campos académico, científico, periodístico y literario (en los géneros de ficción y no ficción).