Cuando Harry conoció a Sally
por Miguel Balbuena
“Cuando Harry conoció a Sally …” es una cinta cinematográfica cómica protagonizada por Billy Crystal, como Harry Burns, y Meg Ryan, como Sally Albright. Fue dirigida por Rob Reiner y escrita por Nora Ephron. En 1990 fue nominada para un Premio de la Academia al mejor guión escrito directamente para la pantalla.
En síntesis, la trama de “When Harry Met Sally …” gira en torno a una relación alternada de 12 años entre ambos personajes, la cual ocupa el espacio liminar entre el romance y la simple amistad.
Pienso que la mayoría de los lectores conocen una personalidad masculina y una femenina, y podrían usar la línea de la historia de Harry y Sally como una plantilla para desarrollar sus propias narraciones personales. Para proporcionarles una mayor inspiración, he intentado hacer precisamente esto y se me ocurrió lo siguiente.
Una versión criolla del largometraje de Reiner, “Cuando Lucho conoció a Naty …”, es una íntima historia con giros y recovecos aún más coloridos que los de la original, los cuales han permanecido ocultos al consumo público por 71 años hasta que yo pude hacer el gran destape de este caso. Desde una perspectiva genética, esta historia trata de cómo 23 pares de mis 46 pares de cromosomas (en cada una de mis células) se reunieron con los otros 23 pares. Como todos sabemos, las células humanas son diploides, y la gente obtiene la mitad de sus cromosomas para sus padres y la mitad de sus madres, con cromosomas siendo paquetes de ADN.
Eso es suficiente microbiología por ahora. Voy a ir al meollo de mi historia.
En la noche del 9 de Enero del 1946, la personalidad social de moda y de sangre azul María Natividad (Naty) García se dirigió a una fiesta celebrada en Lima. Al salir de su casa en el distrito del Cercado de esta ciudad, exhaló dos suspiros de alivio.
El primer suspiro fue por alejarse de su padre, el congresista nacional Manuel Leopoldo García, a quien amaba entrañablemente, pero ella cuestionaba si él estaba controlándola demasiado. Por supuesto, las interacciones de Leopoldo con al menos cinco mujeres habían grabado en su memoria lecciones de la vida que él no quería que su hija aprendiere por la vía áspera, a partir de experiencia individuales similares, sino a partir de un enfoque parental vertical, no demasiado bien fundamentado en palabras.
“Estoy segura que él tenía las mejores intenciones en su corazón de oro”, Naty dijo de Leopoldo. “Sin embargo, se sentía un poco abrumador para mi gusto”.
El segundo suspiro de alivio de Naty fue por tener una válvula de escape de su rutina diaria en la semana de trabajo como maestra de matemáticas en el Primer Colegio Nacional de Mujeres Rosa de Santa María.
Naty entró a la espaciosa sala de estar de la casa donde se desarrollaba la fiesta, sala que pronto se convertiría en una animada pista de baile. Había bebidas alcohólicas y comida en abundancia. Pero para Naty, como para las otras chicas, las primeras cosas eran primero. Era hora que ella se pusiere al día con sus amigas acerca de los últimos chismes en la ciudad, sobre todo con sus excompañerasde clase de la Primera Escuela Normal de Mujeres, con sede en el Convento de San Pedro, a cargo de la congregación católica Madres del Sagrado Corazón. Naty se había graduado de esta escuela luego de haber estudiado medicina en la Facultad de San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la más antigua de las Américas.
Entre dichas excompañeras destacaban Aída Guzmán y Carmen Rojas. Después que terminó el requerido rito de la chismografía, la conversación se trasladó a un tema picante: qué chicos se creía que iban a aparecerse en la fiesta.
La habladuría femenina se centró en Luís (Lucho) Miguel Balbuena, el bigotudo carismático jefe de estado, de 25 años de edad, del Sultanato del Palo Seco, el indiscutible grupo callejero primordial de muchachos veinteañeros de Lima. El diálogo también cubrió el séquito de los principales lugartenientes de Lucho: los Pashás Hernán Artieda, Alfonso Rodríguez, Juan Devescovi, Max Biber y Pepe Gálvez, así como los hermanos de aquél: Gato, Fernando y Moni.
“¡Lucho va a venir!”, reveló Aída.
“¿Quién diablos es Lucho?”, respondió Naty.
“¿Qué tienes? ¿No sabes?”, intervino Carmen. “¡Es el mejor bailarín de la ciudad!”
En su libro de 1964, “El hombre unidimensional: Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada”, el filósofo alemán Herbert Marcuse describió la estrechez mental del prototípico consumidor alienado. Lucho era todo lo contrario: un hombre universal, multidimensional y versátil por todos los lados, al tal punto que podría ser el sujeto de un libro titulado “El hombre multidimensional”. En muy poco tiempo, Naty se enteró de estos atributos luchianos.
“¿Quieres bailar, mi bella dama?”, cortésmente le preguntó Lucho más tarde en la noche. Y el resto pasó a la historia. Creo que el galán Ryan Gosling podría interpretar a Lucho y Emma Stone podría interpretar a Naty en una próxima película de Hollywood.
Acerca del autor: Miguel Balbuena es un escritor en los campos académico, científico, periodístico y literario (en los géneros de ficción y no ficción).