Cine

No Te Saltes del Cine
por Lauren Valadez

En la era de las suscripciones y el creciente número de opciones para ver películas en línea, cada vez resulta más fácil dejar de asistir al cine local. Hoy en día, muchas personas prefieren esperar a que una película esté disponible en servicios como Netflix o Hulu, pero, aunque es muy cómodo presionar “play” desde el sofá, no hay sensación que se compare con la de ir al cine.

Hay una alegría especial al llegar a la sala, encontrar tu asiento y sentir esa anticipación y emoción antes de que empiece la película, sobre todo si llevas tiempo esperándola. Todos apagan sus teléfonos, la sala se sumerge en silencio, y se apagan las luces. Es un ritual que todos conocemos y hemos vivido, pero que ha perdido fuerza en nuestra sociedad.

Este declive probablemente se deba al fácil acceso que hoy tenemos a las películas desde casa, pero muchos no se dan cuenta de lo que están dejando pasar: el valor de la experiencia cinematográfica. Ir al cine solía ser una actividad común, emocionante y compartida. Era un espacio donde familias, amigos y comunidades enteras podían reunirse y vivir algo juntos. Ya fueran carcajadas, sobresaltos o lágrimas, hay algo muy poderoso en compartir emociones con los demás. Ver una película juntos une, y las conversaciones que vienen después —a veces incluso más memorables que la propia película— también forman parte de esa magia.

El cine ofrece una sensación de comunidad que ningún servicio de streaming puede igualar. Y aunque sea más fácil quedarse en casa viendo algo en soledad, es difícil negar que la energía de una sala de cine es inigualable. Hay algo eléctrico en ver una película en pantalla grande, rodeado de personas, algo que definitivamente debemos volver a experimentar.

Fotografías de personas viendo una película de Tima Miroshnichenko y de personas sorprendidas con baldes de palomitas de maíz de Pavel Danilyuk de pexels.com

 

Lauren Valadez se ha unido a nuestra comunidad como columnista. Ella es originaria de El Monte, California, pero recientemente se mudó a Nueva York Central para asistir a la Universidad de Syracuse. Actualmente es estudiante de antropología.

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